Los Caballeros del Círculo Dorado, una sociedad secreta fundada en 1854 por George W.L. Bickley, tenía como objetivo la creación de un país donde la esclavitud estaría respaldada por la legalidad. Aunque no fue aceptada en su tiempo, sus objetivos fueron eventualmente alcanzados de otras maneras.
Este país imaginario tendría su centro en La Habana, extendiéndose desde el sur de los Estados Unidos hasta México, América Central, partes de Sudamérica, Cuba, Haití y otras islas del Caribe. Su plan incluía anexar Cuba a los Estados Unidos, algo que se reflejó en el Manifiesto de Ostende.
Durante la Guerra Civil estadounidense, se acusó a ciertos estados del norte de simpatizar con los Caballeros del Círculo Dorado (KGC). Estos defendían la esclavitud en las posesiones españolas como Cuba y Puerto Rico, así como en el Imperio de Brasil. La orden, asociada con figuras como Albert Pike y John Booth, utilizaba símbolos secretos y operaba en la oscuridad.
Desde una perspectiva actual, la autora plantea la inquietante posibilidad de que esta orden continúe operando desde las sombras. Muchos países que formaban parte de su visión han caído bajo regímenes comunistas, que han transformado a sus pueblos en esclavos bajo la vigilancia rígida de gobiernos totalitarios, con Cuba al frente.
Si Fidel Castro fue miembro de los KGC, podríamos entender mejor su deseo expansionista y las estrictas reglas de esclavitud impuestas sobre su pueblo. El símbolo cubano de la estrella solitaria podría tener un vínculo con la orden.
La autora sugiere que muchos países de América Latina, como Panamá, Nicaragua y Brasil, han cumplido con los sueños esclavistas de los KGC. Además, en Estados Unidos, los estados de Illinois y Ohio también representan una amenaza para la Constitución. La presencia de una estatua de Albert Pike en Washington D.C. simboliza la continuación de la influencia de esta orden en la actualidad.
Finalmente, Doval concluye que hemos estado viviendo bajo el engaño de una sociedad que oculta los verdaderos poderes detrás de los discursos de igualdad y libertad, y que esos ideales utópicos solo han servido para esclavizar a los pueblos bajo los más crueles sentimientos de poder. La autora insta a un despertar personal para liberarse de estas cadenas modernas.